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¿Y qué nos enseñan los animales de Esopo?? MORALEJA

. «La liebre y la tortuga» Érase una vez una liebre muy veloz que presumía de ello ante todos los animales del bosque. Un día, se encontró con una tortuga que caminaba muy despacio. La liebre se burló de su lentitud. —Hagamos una carrera y veamos quién gana —propuso la tortuga. Al empezar la carrera, la liebre salió disparada, mientras que la tortuga avanzó lentamente. Al ver que sacaba una gran ventaja a la tortuga, la liebre se paró en un árbol a descansar. La tortuga siguió avanzando, poco a poco y sin detenerse. Cuando la liebre despertó, vio angustiada que la tortuga estaba a punto de llegar a la meta. La liebre corrió y corrió, pero fue demasiado tarde. La tortuga cruzó la meta, agotada pero feliz. Moraleja: De poco vale el talento sin esfuerzo. Esta fábula de Esopo nos enseña que, con perseverancia y con esfuerzo, podemos lograr nuestras metas. . «La hormiga y la paloma» Una hormiga bebía agua en un río, con tan mala suerte que cayó al agua. Pasaba por ahí una paloma que, al oír sus gritos de auxilio, corrió a salvar a la pequeña hormiga. —Gracias, amiga paloma —dijo la hormiga muy agradecida—. Si algún día estás en peligro, yo te ayudaré. Varias semanas después, un cazador vio a la paloma sobre una rama. Estaba a punto de disparar su escopeta cuando, de pronto, la hormiga se metió por debajo del pantalón y le mordió la pierna. Y así pudo la paloma escapar, sana y salva. Moraleja: Haz bien y no mires a quién. Esta no podía faltar en nuestra selección de las mejores fábulas de Esopo pues nos enseña a ayudar siempre a los demás, y que toda buena acción trae más acciones buenas. . «La cigarra y la hormiga» Un verano especialmente caluroso, una cigarra descansaba bajo la sombra de un árbol. Se pasaba el día cantando y bailando, mientras su vecina la hormiga iba y venía cargada de comida. —¿Por qué no descansas conmigo, vecina? —le preguntó la cigarra. —Si descanso ahora, ¿quién alimentará a mis crías en invierno? Si fuera tú, recogería provisiones. Pero la cigarra siguió ociosa. Entonces llegó el frío invierno, y la cigarra no encontró alimento. Tiritando, fue a casa de la hormiga a pedirle comida. Pero la hormiga le contestó que apenas tenía provisiones para su familia. Y la pobre cigarra siguió su camino, pero con la lección bien aprendida. Moraleja: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Esta quizás sea una de las más emblemáticas y mejores fábulas de Esopo. Enseña que el esfuerzo obtiene su recompensa, mientras que con pereza y vagancia no se logra nada.

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