No es mala suerte, es cambio climático
En enero de este año, Filomena, la mayor tormenta de nieve en España desde 1971, descargó más de medio metro de nieve, paralizando Madrid y dejando aisladas a muchas localidades. Después llegaron las DANAS provocando inundaciones catastróficas, como las ocurridas en septiembre en Toledo, Navarra el Bajo Ebro o Huelva.
El verano no dio tregua, y sufrimos incendios brutales como el de Sierra Bermeja, un fuego de sexta generación, imposible de controlar con los medios de extinción habituales, que calcinó miles de hectáreas de bosques y matorrales, destruyó casas y se cobró la vida de un bombero forestal.
Fuera de nuestro país se sucedieron más catástrofes climáticas: inundaciones históricas en China, gente acorralada por torrentes de agua en el metro de Nueva York, olas de calor en Canadá y Oriente Medio así como las aterradoras tormentas de fuego que arrasaron Turquía o que llegaron a las pies del Acrópolis en Grecia.
¿Mala suerte? No, pura ciencia
Esta sucesión de fenómenos extremos no tienen más que una explicación: la crisis climática como consecuencia del aumento de la temperatura global del planeta. No se trata de fenómenos aislados, fruto del azar, la ciencia lleva más de tres décadas alertando de que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero que estamos vertiendo a la atmósfera, como resultado de la quema de combustibles fósiles están desestabilizando el clima.
Como consecuencia aumenta la intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos como éstas olas de calor, sequías prolongadas pero también olas de frío y borrascas inusuales. Ahora las estamos viviendo, en nuestras ciudades, en nuestras calles y en nuestros hogares. Vivimos ya una auténtica ‘emergencia climática’.
ACCIÓN YA
En su último informe, los científicos de la ONU han confirmado que nos acercamos a gran velocidad a un punto de no retorno. No podemos superar el límite de aumento de la temperatura de 1,5 grados porque si lo hacemos el equilibrio de los ecosistemas se romperá y nosotros también seremos víctimas de esta catástrofe ambiental.
No podemos esperar más, es necesario actuar de forma urgente y eficaz. Gobiernos y empresas y el sector financiero deben asumir su responsabilidad y tomar las decisiones y compromisos políticos valientes que les exige la sociedad.
La cumbre del clima de Glasgow ha presentado algunos avances como ha sido por ejemplo reconocimiento al importante papel de la naturaleza para cumplir con el objetivo de 1,5ºC y la necesidad de conservarla contando con pueblos indígenas y las comunidades locales. Además, se ha mantenido el objetivo de 1,5ºC y se ha reconocido la necesidad de acelerar la transición hacia energías renovables y de dejar atrás el carbón y los subsidios a los combustibles fósiles.
Sin embargo, esto avances se han visto empañados por la negativa a reconocer la necesidad de eliminar el uso del carbón, [MA1] la falta de compromisos económicos suficientes para ayudar a los países más vulnerables al cambio climático y sobre todo por el hecho de que los actuales planes nacionales de reducción de emisiones son totalmente insuficientes y nos condenan al fracaso, puesto que nos llevarían a una subida de más de 2ºC.
Por eso es necesario seguir pidiendo mayor ambición a los gobiernos para que aceleren la transición energética desde los combustibles fósiles a un modelo 100% renovable, eficiente y justo, y así cumplir con las recomendaciones que nos hace la ciencia.
Comentarios
Publicar un comentario