EL BANCO GRIS.
Al día siguiente decidí cambiar de banco y al sentarme en el banco gris, me invadió una extraña sensación
y un escalofrío se estableció por todo mi cuerpo. No sabía qué hacer, así que cerré los ojos y suspiré profundamente, de manera que cuando los abrí de nuevo me encontré en una situación muy distinta a la que me encontraba momentos antes. Así que mi reloj se había parado y el paisaje había cambiado de una manera asombrosa. Ya no me encontraba en una macro estación de trenes. No, ahora no se atisbaba ningún tren y por arte como de magia, habían desaparecido. Tampoco había ningún banco y menos aun colores. Todo era gris, ni siquiera lucía en demasía el sol, cosa que siempre era habitual antes, puesto que no existía edificación alguna en la susodicha estación, ni sus alrededores.
Ahora la Contaminación y la basura rodeaban el lugar por doquier; ¿estaría en el futuro?, me preguntaba yo mismo.
Olía fatal, pero había mucha gente por allí, no estaba solo aunque me invadiera una profunda soledad.
A lo lejos, en el horizonte, se apreciaba la silueta de una central nuclear, ya obsoleta y abandonada.
Por los alrededores por donde me encontraba, la gente iba deambulando de aquí para allá. Había asfalto o mejor dicho, había mucho asfalto, pero coche: ¡No ví ninguno!. ..y en realidad me extrañó no poder divisar ningún vehículo pero tomé una carretera y comencé a caminar fuera de ese apestoso lugar, diciéndome a mí mismo que ya hablaría con alguien del lugar más adelante, que ahora sólo tenía que caminar.
Y así fue, caminando como me encontré desde gente peculiar hasta gente muy peculiar, pero fue escuchar a Eustakio, cuando decidí que ese sería mi interlocutor durante el resto del camino. Así que me acerqué a él, aunque no de manera brusca, dado que no quería asustarle o espantarle. Con lo cual me aproximaba de cuando en cuando un poco más. Hasta que al final Eustakio reparó en mí y me dirigió la palabra. Sin duda se trataba de una persona muy educada y con mucho fundamento.
Al poco de entablar conversación con él y tras comentarle que no era de por ahí, elaboré unas preguntas para conocer lo más posible el lugar. En realidad, me había abrumado el triste paisaje que mis ojos estaba contemplando y quería saber adónde se dirigía esa marea humana. Así comenzamos a parlotear, pero en realidad lo que hicimos fue mantener una conversación ecológica en toda regla.
-¿pero adónde vais?
No me contestó a la pregunta y ni aún al finalizar el día pude hallar respuesta a la cuestión, pero creo que estaban emigrando como lo han hecho tantos pueblos a lo largo de la historia de la humanidad. Emigrando en busca de una vida mejor.
Veo que no me quieres contestar, me callaré! y pensé que no hablaría más con esa persona.
Y así lo hice, me callé de inmediato y no abrí la boca durante un largo periodo de tiempo, hasta que reparó de nuevo en mí.
-¿De dónde vienes?, me preguntó.
-No soy de aquí, vengo de muy lejos
-¿Y qué tal las cosas por ese lugar?
Como no sabía qué contestar, resolví la respuesta de la forma más ambigua posible:
-según el día y a qué hora las cosas van, que no son poco!
-¿sabes?. Quizás todo esté demasiado mal en muchos sitios, pero la culpa de esa situación la tiene el hombre y su egoísmo. Un egoísmo que hace que el hombre se mire a su propio ombligo y no respete nada en el mundo salvo su propia existencia. ¿Qué triste, verdad?
Me estaba preguntando y estaba manteniendo una conversación no sé de qué..., con lo cual para que me pillara pensé rápidamente que lo mejor sería responder con monosílabos y dejar que se explayara.
-Sí
Al final averigüé donde se dirigían, se trababa de una cavidad subterránea inmensa, construida por pequeñas aldeas en el único lugar a salvo de tantísima desolación. Era en esa grandísima gruta, precisamente un lugar donde se apreciaba no contaminar.
Pero no nos despistemos, estábamos entablando una conversación con Eustalio y durante nuestro camino, tuvimos que descansar del trayecto. Fue durante ese espacio de tiempo cuando el mismo Eustakio me enseñó la carta de Margarita.
CARTA A MARGARITA:
Mi nombre es Margarita y mis apellidos son Bosque y
Frondoso. Procedo de un lugar asqueroso de éste estercolero que llamaron mundo,
donde creemos vivir civilizadamente.
Nací un día caluroso de un pegajoso mes de verano; entre
mugre, gritos y mosquitos. Y, como todo hijo de un habitante de estercolero,
crecí entre basura y escombros; y por no evitarlo, sigo rodeada de dichos
confortablemente.
Cuando mi madre me dio a luz, lo hizo en un pequeño lugar
a salvo de tanta contaminación, con la única razón de ponerme como nombre :
Esperanza. Pero se hechó atrás en esta idea al observar la deformación que
estercolero había causado en mí. Por tal motivo, decidió esperar tiempos
mejores para engendrar otro ser más sano, a poder ser posible y para
denominarle de dicho modo.
Mi madre falleció en tal intento, siendo yo aún niña y es
por eso por lo que me llamo así y por lo que Esperanza nunca llegó.
A lo largo de mi vida he tenido algunos momentos repletos
de felicidad. Recuerdo a mi padre narrando viejas historias de estercolero,
cuando éste aún no se encontraba en su actual estado, mientras mi madrastra
hacía lo posible por limpiar con saliva mi rostro.
Y mientras mi memoria va recorriendo los más oscuros y
remotos lugares de mi cerebro, noto como mis ojos se van perdiendo en una
estructura abismal, como escuchando esas hermosas palabras susurrar entre los
labios de mi padre.
Hoy, mi padre ha muerto. Me he quedado sola en
estercolero, con la única compañía que pueden suponer esos negros y patudos
animalitos que papá denominaba escarabajos.
Supongo que nunca más podré escuchar esas fantásticas
historias.
Parece imposible que papá haya muerto.
Creo que todavía estoy escuchando sus palabras…el,
siempre decía que antaño el cielo era azul y no gris como ahora…que durante el
día coexistían luz y oscuridad,…que la luz procedía de una gran bola roja y que
la oscuridad, así mismo, emanaba de una blanca que engordaba y adelgazaba con
asidua periodicidad. También me hablaba de unas cosas que él llamaba
estrellas…y decía que brillaban en el cielo cuando reinaba la oscuridad.
Y me explicaba que
las aguas del gran lago salado, no estaban como ahora, cubiertas de plásticos y
manchas negras, sino que eran claras como los ojos de mamá…y que el aire del
viejo estercolero era limpio y se podía respirar, no como el de ahora que ha
matado a papá y mamá…
…y recuerdo que papá decía que antes no habían escombros,
ni basura…y que había mucha gente…y que todos eran felices; pero que habían
también algunas personas que ensuciaban el viejo estercolero y que la culpa de
que ahora esté sucio, la tenemos todos.
Papá sabía muchas cosas, pero papá ya está muerto y mamá
murió antes que él. Supongo que pronto moriré yo también porque papá era muy
fuerte y decía que yo no viviría mucho porque estercolero me había hecho débil
y éste aire no era bueno.
Sólo me queda una cosa: Esperanza, pero como no me
pusieron ese nombre, tampoco creo que me quede mucha..
¡Cómo me hubiera gustado vivir en el mundo de papá!
Tan sólo tienes que cerrar los ojos, sentarte en un banco y respirar profundamente para trasladarte a otra dimensión”
Banco amarillo , De la pág.14 a la 17
Banco azul, De la pág. 19 a la 23
Banco rosa, De la pág 25 a la 29
Banco verde, De la pág 32 a la 35
Banco rojo, De la pág 37 a la 41
Banco violeta, De la pág. 43 a la 48
Banco gris, De la pág 50 a la 56
Banco Esperanza, De la pág 58 a 61
Te sugiero que cuando finalices la lectura en los bancos, leas también el final de la obra:
Última propuesta pág 63-66
Lo que debo hacer pág 67-68
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