BANCO ROSA.
Al día siguiente desperté cerca de la
estación y de nuevo decidí cambiar de banco.
Ahora pretendía ir a un nuevo banco y
sin recapacitar me dirigí al rosa, donde estaban Amada y su hermanito. Amada era mayor que Gaspar,
pero no mucho más grande. En realidad Amada tenía 10 años y Gaspar no llegaba a
los 8 años.
A veces se les veía correr por la
estación, jugando en múltiples ocasiones al escondite o a cualquier otro juego
de desfogue donde se corriera. Era muy alegre verles correr, aunque lo era
mucho más escuchar, de cuando en cuando, sus risas o sus conversaciones tan
inocentes…y en ocasiones, discusiones, puesto que no siempre estaban de mutuo
acuerdo en todo lo que hacían…y lo que más hacían era jugar.
En este banco, me costó más que en
ninguno cerrar los ojos. Tal vez porque estaba más entretenida que en ningún
otro. Pero en un momento en que se me despistaron los niños, cerré los ojos y
al abrirlos de nuevo me encontré en un lugar donde el cielo era del más bonito
azul que jamás viera. También estaba rodeada de una multitud de árboles de
diferentes tamaños y envergaduras.
En un intento de merodear por los
alrededores, me dirigí a un montículo y dada la curiosidad de saber qué había
más allá, me encontré con Amada que estaba buscando a Gaspar. Así que me uní a
ella en la búsqueda. Nos costó encontrarlo, pero al final le encontramos a él,
junto a un montón de bicicletas. Así que al tiempo de estar allá, cogimos cada
uno una bici y nos dispusimos a descubrir mundo y seguir jugando.
A propósito, eran bicis de montaña y
menos mal porque nos metimos por parajes casi inaccesibles para una bicicleta
convencional. Durante el camino estuvimos conversando y jugando, nuestras
conversaciones giraban alrededor de sus centros de interés y por supuesto, de los
juegos.
Durante el camino nos encontramos con
un inmenso lago y como no, nos dispusimos a bañarnos. Así lo hicimos, jugando a
aguadilas por donde hacíamos fondo. A propósito, el agua estaba helada, pero
era la primera impresión, después con el juego se te olvidaba todo. En el agua
estuvimos tanto tiempo que hasta se nos arrugó la piel de una manera asombrosa.
Al final de nuestro itinerario fuimos a
para a una inmensa ciudad. Una ciudad donde todos eran iguales en cuanto a
educación y responsabilidad. Donde existía un gran valor ciudadano y se
respetaba ante todo el medio.
En
realidad estábamos en una enorme Ciudad-escuela donde existían diferentes
departamentos, uno por cada tema determinado. Así, por ejemplo, se disponía de
un PC por cada individuo, tanto si se trataba de niños pequeños como si estos
fueran mayores, tenían un ordenador a su disposición y un tutor telemático
también. En el caso de niños muy pequeños, se descartaba el tutor vía Internet
por un tutor presencial. También comentar que este tutor, en caso de haberlo
estaba estipulado que fuera un profesor por cada 10 alumnos.
Otro
departamento de suma afluencia era el de medio ambiente que se realizaba, como
no, en plena naturaleza, sin muros y para descubrir el medio. En este
departamento si que existe una persona para acompañar a los niños con
independencia de la edad de estos últimos. Este individuo les acompañaba para
trasmitirles unos valores de los que el ordenador está aún lejos.
Cada
niño se encargaba de un pedazo de tierra y de una parte de la granja con sus
pertinentes faenas. En la tierra cada chaval plantaba lo que quería y según los
requerimientos de lo plantado, tenía que cuidarlo de una forma.
En
la granja, por su pàrte, existía un reparto de responsabilidades. Cada
individuo tenía cada día una tarea diferente a llevar a cabo y de su eficacia
dependía el resto del grupo.
Otro
departamento era el de los números, donde estuve abstraído largo tiempo porque
era cuanto menos curioso observar todas esas operaciones en la pantalla gigante
y resueltas a una celeridad abrumadora. Lo que también me llamó la atención de
ese departamento fue que cada niño tenía un programa aplicado a su modo de
aprendizaje, a su ritmo. De hecho se podía constatar que en algunos temas un
alumno podía tardar una semana y otro , un día. Cada uno a su ritmo, pero con
un programa similar.
Otro
departamento estaba constituido por múltiples talleres. Biomecánica y energía
electrica eran los más solicitados, pero también se disponía de otros como
biotecnología, zoología, ecología, reciclaje,…
La
educación física del cuerpo tenía también una importancia arrolladora en el
siguiente departamento, donde la gimnasia se localizaba en dos sitios a la vez;
en primer lugar en un recinto cerrado donde abundaban varios aparatos específicos
para trabajar determinadas zonas del cuerpo; y en segundo lugar al aire libre,
ya que no existe un mejor lugar para practicar atletismo y correr.
En
el departamento de idiomas, cada niño aprendía primero con su lenguaje materno
para después aprender 2 ó 3 lenguas más, porque según comentaron habían más de
6000 lenguas diferentes en la tierra y era complejo aprenderlas todas
Banco amarillo , De la pág.14 a la 17
Te sugiero que cuando finalices la lectura en los bancos, leas también el final de la obra:
Tan sólo tienes que cerrar los ojos, sentarte en un banco y respirar profundamente para trasladarte a otra dimensión”
Banco amarillo , De la pág.14 a la 17
Banco azul, De la pág. 19 a la 23
Banco rosa, De la pág 25 a la 29
Banco verde, De la pág 32 a la 35
Banco rojo, De la pág 37 a la 41
Banco violeta, De la pág. 43 a la 48
Banco gris, De la pág 50 a la 56
Banco Esperanza, De la pág 58 a 61
Te sugiero que cuando finalices la lectura en los bancos, leas también el final de la obra:
Última propuesta pág 63-66
Lo que debo hacer pág 67-68
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