El calentamiento de la atmósfera se produce por la radiación infrarroja emitida por la Tierra. No lo provoca, directamente, la radiación que viene del Sol. Ésta es mayoritariamente visible, y es absorbida por la superficie de la Tierra. A continuación, una parte de la energía capturada por el planeta es entonces devuelta a la atmósfera, en forma de radiación calorífica, menos energética que la visible.
La Tierra actúa entonces como una estufa, emitiendo gran cantidad de radiación de baja energía, si la comparamos con la radiación visible, y aún menor si la comparamos con la ultravioleta. La superficie de la Tierra emite entonces una ingente cantidad de proyectiles, pero todos ellos mucho más lentos que los ultravioleta. Es una lluvia de proyectiles blandos hacia el espacio.
El calentamiento de la atmósfera aparece entonces por la retención de esta lluvia inversa, por parte de algunos de los gases que pueblan la atmósfera, principalmente el agua, el dióxido de carbono y el metano. Cuando la cantidad de estos gases aumenta, mayor es el calentamiento global.
En conclusión, la capa de ozono nos protege por calidad, más que por cantidad, puesto que retiene unos pocos proyectiles muy dañinos. En cambio, el calentamiento se produce por cantidad, a partir de una gran número de proyectiles mucho más benévolos. Son dos fenómenos con una base física diferente, que en la práctica no se influencian entre ellos.
Autor: Xavier Giménez Font
Profesor de Química Ambiental,
Investigador y Divulgador Científico.
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