Infiltrados peligrosos y/ o Especies Invasoras
Ayer la invasión de un hábitat por una especie foránea, era nefasto para la conservación. Por suerte, hoy en día existen biólogos que no están conformes con ese dictamenª
Fin de la pesadilla. Darwin, es decir, la razón preocupada, despierta en la boca de los actuales científicos. Sigue habiendo urracas, gorriones, lagartos y galápagos autóctonos. No hay pirañas, no se angustien. La evolución no ha enloquecido en este proceso en cascada. Quedan hábitats por conservar y defender. Una biodiversidad admirable a escala europea. Es momento de dar la voz de alarma, debemos detener la invasión si no queremos que esta pesadilla pudiera ser una realidad irreversible. Las especies invasoras aumentan su presencia exponencial en el mundo, año tras año, como silenciosos vagabundos del clima, desplazando a las autóctonas, transmitiéndoles enfermedades, destruyendo la biodiversidad, y causando estragos en los hábitats y en las infraestructuras. Rompen el equilibrio natural, como quien desatornilla una montaña rusa. Hay quienes las describen como bombas atómicas. Una invasión dañina que tiende a ser desatendida en sus inicios y que después es imparable. Un proceso antiguo que empezó antes de Roma, pero multiplicado por la nueva economía global a velocidades de vértigo.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1988840/0/especies-invasoras/amenaza/biodiversidad/#xtor=AD-15&xts=467263
Ayer la invasión de un hábitat por una especie foránea, era nefasto para la conservación. Por suerte, hoy en día existen biólogos que no están conformes con ese dictamenª
Fin de la pesadilla. Darwin, es decir, la razón preocupada, despierta en la boca de los actuales científicos. Sigue habiendo urracas, gorriones, lagartos y galápagos autóctonos. No hay pirañas, no se angustien. La evolución no ha enloquecido en este proceso en cascada. Quedan hábitats por conservar y defender. Una biodiversidad admirable a escala europea. Es momento de dar la voz de alarma, debemos detener la invasión si no queremos que esta pesadilla pudiera ser una realidad irreversible. Las especies invasoras aumentan su presencia exponencial en el mundo, año tras año, como silenciosos vagabundos del clima, desplazando a las autóctonas, transmitiéndoles enfermedades, destruyendo la biodiversidad, y causando estragos en los hábitats y en las infraestructuras. Rompen el equilibrio natural, como quien desatornilla una montaña rusa. Hay quienes las describen como bombas atómicas. Una invasión dañina que tiende a ser desatendida en sus inicios y que después es imparable. Un proceso antiguo que empezó antes de Roma, pero multiplicado por la nueva economía global a velocidades de vértigo.
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